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Mostrando las entradas de octubre, 2013

De lago en lago

El camino al lago Hövsgol nos dejó muy cansados. Pasamos 12 días y 648 km avanzando a un promedio de 35 a 45 km al día, pedaleando senderos de arena, barro, tierra con rocas, raíces, cruzando ríos con las cosas al hombro, combatiendo insectos endemoniados, comenzando a lidiar con un frío inminente y en mi caso un espantoso dolor de muela que no olvidaré nunca. Llegar a los insólitos 100 km de asfalto que separan el pueblo de Hatgal, en el extremo sur del lago, de la ciudad de Mörön, se sintió casi como una fantasía. Luego de tantos días duros, recibimos al asfalto con entusiasmo. Estamos mugrientos, cansados y sólo quedaban 100 km para encontrar una ducha y una cama para dormir. El asfalto siempre roba encanto pero lo cierto es que el paisaje hasta Mörön no deja de ser realmente increíble. Los espacios de bosque denso se van reduciendo y se vuelve finalmente a extensiones enormes de estepa, que ya en la primera de semana de septiembre comienza a pasar del verde al amarillo en vario

Problemas y no problemas

En términos de rigurosidad física, toda la travesía hasta Erdenet había pasado casi desapercibida. Ya pasados los 10.000 km de viaje, y luego de haber pasado 6 meses en el trópico sorteando pendientes empinadas todos los días, las suaves subidas y bajadas de la estepa resultaron un simple paseo que recibimos con mucha alegría. La historia, sin embargo, cambiaría en el camino al lago Hövsgöl.

Vida de nómadas

Mongolia es un país gigante y escasamente habitado. Con una área de 1.564.115 km2 y tan sólo 2.800.000 de habitantes, la densidad del país se reduce a menos de 2 personas por km2. Sin embargo,en términos reales, la densidad es mucho menor, ya que de la población total del país, 1.300.000 viven en Ulaanbaatar, su capital. El resultado, es un país donde la naturaleza se experimenta en estado puro en casi todo momento, pero a excepción de la regiones más desérticas, no es una naturaleza vacía sino espaciadamente habitada. La mitad de la población del país es nómada y semi-nómada, estos últimos siendo los que practican el nomadismo estacionalmente, asentándose en los pueblos a pasar el invierno. Los nómadas y su estilo de vida es algo que me ha intrigado y cautivado desde muy pequeño (no es casualidad el tipo de vida que llevo) y es uno los motivos por los cuales he ansiado tanto viajar en bicicleta por este país.

La magia de la estepa

Es un cuento Salir de Ulaanbaatar fue mucho más que liberarse de una ciudad fea. Salir de Ulaanbaatar fue salir de lo que los seres urbanos conocemos como el mismísimo "mundo". Fue un traslado a un espacio y a un tiempo que para los que crecimos y aún vivimos en ciudades, es sólo parte de un imaginario lejano instalado en uno através de la lectura de cuentos o de imágenes descritas en los libros de Historia sobre algún tiempo lejano. Son unos meros 50km los que separan el infierno del cielo, la realidad del cuento, el lleno del vacío. Del caos a la serenidad, a medida que uno se adentra en la estepa, la magia inunda los sentidos y el tiempo parece comenzar a detenerse paulatinamente. 200 km, y si aún quedaba algún vehículo que nos recordara sobre un mundo moderno, el recuerdo se extingue completamente al salirnos de uno de los pocos caminos asfaltados del país, al adentrarnos en un mundo diferente, un mundo pasado.  La estepa mongola es un espacio solitario, que con

Entrando a un cuento por una cueva oscura

Hay momentos en la vida que tardan en llegar. Momentos que quizás uno lleva deseando y hasta ansiando por días, meses y años. Momentos por los cuales uno aprende a cultivar la paciencia, mientras todos los días pone un poco de sí para poder eventualmente llegar a ellos. Así he esperado por años, el momento de llegar a Mongolia, un país que llevo más tiempo del que puedo recordar, queriendo visitar. A medida que pasa el tiempo, más me inclino a creer en que hay una inteligencia intrínseca en el modo en que el destino ordena los sucesos de la vida, porque pude haber elegido muchas otras oportunidades para viajar por este país, pero nunca hubieran sido el momento correcto. Esta vez lo fue, al menos así se sintió y la experiencia fue de aquellas que subliman el alma y desbordan los sentidos.