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Mostrando las entradas de mayo, 2013

Verde jungla

En mis años de viajar, tanto de mochilero como de viajero en bicicleta, me he deslumbrado más de una vez con lo que el mundo tiene para ofrecernos. Sus paisajes, ecosistemas y fenómenos son algunos de los motivos que siempre me mueven a querer ir más allá, ver más y sentir más, e Indonesia, nos recibiría desde el comienzo con una sobredosis de emociones sensoriales, de esas de las cuales es difícil volver atrás. Difícil en el sentido de que luego de derrochar tanta adrenalina durante las experiencias, al dejarlas atrás, uno se pregunta -cómo volveré a sentir algo después de esto?

Malayos asesinos

 Luego de 24hs de navegación por aguas serenas, llegamos a Sandakan en Borneo, parte malaya. La primera vez que había estado en Malasia había sido hace 12 años atrás, en 2001, aquella vez había visitado solamente la parte peninsular y en aquél tiempo no viajaba en bicicleta. En ese momento, si bien el país estuvo lejos de resultarme inolvidable, la experiencia me había parecido positiva. Esta pasada en bicicleta por la parte insular de Borneo cambió mi perspectiva. Sandakan es una ciudad portuaria pequeña y tranquila de la provincia de Sabah, con mucha población de origen chino e indio. Esta última es una bendición, los indios han traido su magnífica cocina y llenado Malasia de restaurants de currys exquisitos y baratos. Salimos a pedalear a primera hora del día siguiente para comenzar los 360km hacia Tawau en la frontera con Indonesia. Ya habíamos emprendido el camino que eventualmente cruzaría el Ecuador y el efecto ya se hacía sentir. No importaba cuan acostumbrados

La odisea hasta Borneo

El ú ltimo adiós a Manila Luego de volver de Palawan pasamos dos días finales en Manila la fea y desde el barco a Cebu le dijimos gratamente adiós por última vez. A pesar de tener una estadía de lujo en la ciudad, con cada pasada, escaló indiscutidamente al puesto número uno de mi ranking de ciudades más feas del mundo. Manila, no te vamos a extrañar, eres lo más feo de este bello país. Tardamos 24hs de navegación, sin olas grandes por suerte, hasta llegar a Cebu donde sólo pasamos fugazmente de muelle a muelle para conectar con una lancha al pueblito pesquero de Tubigón en la pequeña isla de Bohol. Desafortunadamente, durante todo el tiempo que llevábamos en el país, me dejé llevar tanto por el afecto de los filipinos que había bajado la guarda, y en un momento de descuido en la lancha, alguien metió la mano en una alforja y me quitó el equivalente a 300 usd que tenía destinado para un gasto importante para salir del país. Mal trago y muestra de que no importa cuan buen

Vacaciones en el idilio

   Hay motivos primigenios por los cuales somos quienes somos y cosas que hacen que hagamos lo que hacemos. En mi caso, el principal motivo por el cual soy el aventurero que soy y he podido soñar y posteriormente realizar la vida que llevo es por mis padres, ambos aventureros natos, que me han llevado de aventura en aventura posible desde el momento en que nací y me han criado para no tenerle miedo a nada, o mejor dicho, para no vivir el miedo con terror y poder avanzar con seguridad sobre los terrenos más desconocidos que pudiera enfrentar, al mismo tiempo alimentando una sed de descubrimiento y aprendizaje que nunca se sacia.

Volcanes, bahías solitarias y arrozales

Manila la fea Entrar y salir de las grandes ciudades en bicicleta es raramente una linda experiencia y Manila no sólo no es la excepción sino que es la más perfecta expresión del inmenso estrés que involucra dicho proceso. Manila es una urbe gigante de millones de habitantes y tanto para entrar como para salir de ella debimos cruzarla entera. Como suele ser el caso en todo país pobre, no es una ciudad armónica sino una de altos contrastes, y crudos. Manila no tiene medios, es rica o es pobre, es inmaculada o es mugrienta, es espaciosa o es hacinada, es opulenta o es miseria trágica, y son lamentablmenete las connotaciones negativas las que predominan por lejos en los horizontes virtualmente infinitos de esta metrópolis. Que una gran ciudad tenga contrastes y connotaciones negativas tampoco es sorpresa, menos en Asia, pero muchas a pesar de tenerlas, generalmente albergan cierto encanto, cierto pintoresquismo aún cuando algo tan triste como la miseria sea lo que predomina,

Crueldad en el paraíso

     Desde que llegamos a Filipinas, nos llamaron la atención muchas cosas, y casi siempre sin excepción, fueron cosas buenas. Entre tantas cosas buenas, un de mis predilectas fue la apatía filipina por el fútbol. Para mí, que aborrezco dicho deporte, es algo liberador no tener que escuchar “Maradona”, o en estos tiempos, “Messi”, cada vez que digo “Argentina”, y para Julia siendo de Barcelona es algo parecido. En Filipinas, por el contrario, el paraíso existe porque el fútbol es irrelevante. Sin embargo, al haber sido espectador del “deporte” que toma el lugar del fútbol en este país, el “deporte” prácticamente nacional, creo que por primera vez en mi vida aprecié el patear una pelota de un lado para el otro, y lo hubiera preferido ante esta monstruosidad.