Ir al contenido principal

El ejemplo de Mozambique


Mozambique es la prueba fidedigna de que la mera pobreza material no es excusa suficiente para justificar el problema endémico de la enfermiza demanda de dinero al hombre blanco (por definición asumido como rico) que ocurre invariablemente en casi todos los países de Africa subsahariana. Mozambique, es uno de los países más pobres de Africa y en consencuencia del mundo, sin embargo, aquí parece haber una dignidad inherente en los mozambiqueños que no los lleva a estar sumidos en esa constante obsesión de creer que todo hombre blanco debe regalarles dinero y cosas. Tampoco apelan a la imágen de la lástima por sus carencias materiales, ni al infame recurso de generar culpa por las atrocidades que el hombre blanco ha cometido (y aún comete) en Africa, contra su gente, entiéndase, los negros.


La falta de educación, si bien es un argumento de mucha validez, tampoco alcanza por sí mismo para explicar todo el problema. La educación en casi todo Mozambique es reducida a lo más básico. Hay escuelitas rurales en todas las aldeas y eso es muy positivo, pero sigue siendo en general muy limitada y no todos los niños de las poblaciones rurales pueden fácilmente acceder a ella, por consiguiente sus posibilidades de progreso son igualmente limitadas. Aún así, los mozambiqueños son inherentemente respetuosos y educados.


r

Colonialismo brutal, décadas de guerra civil, hambrunas, destrucción, falta de infraestructura, todas también han sido parte del pasado reciente de Mozambique como en el resto de los países más sufridos de Africa y aún así, los mozambiqueños reflejan una serenidad y una paz ante la vida que les toca que me resulta como mínimo, admirable. Es como si nada lograra preocuparlos realmente, ni ser motivo suficiente para renunciar a su calidez humana. Haber pasado tiempo aquí, saber sobre sus condiciones y su historia me hacen mirar atrás hacia experiencias nefastas como las de Etiopía, y me convenzo aún más de que no, aquellos no tienen excusa.





¿Cómo es esto posible entonces?¿Es posible que la dignidad sea un valor intrínseco en algunas culturas y en otras no y necesite ser cultivada através de la educación? No lo tengo muy claro aún, pero gente como los mozambiqueños (y como los tibetanos al otro lado del planeta) me hacen sospechar que así como dejé Etiopía creyendo que hay quizás una suerte de gen “maligno”, quizás “salvaje” en la naturaleza de su gente, que precede a las circunstancias sociales, históricas y geográficas que moldean a una cultura, también puede haber un gen de dignidad inherente que antecede a dichas experiencias que determinan las características de la gente.




Me llevo a Mozambique y a los mozambiqueños en el corazón; me voy con el sentimiento de que me ha faltado pasar más tiempo en este gigante país donde me he sentido tan cómodo, donde he sido tratado con mucho respeto y calidez humana. Los mozambiqueños podrán tener poco de cosas materiales para ofrecer, porque sus posesiones son mínimas, pero mucha enseñanza para dar con su dulzura y esa omnipresente serenidad que mantienen ante la adversidad de la difícil vida que les toca; o bien enseñarnos algo muy distinto, como hacernos pensar que sin importar las facilidades y las adversidades que nos tocan, la vida es tan difícil (o fácil) como nosotros queramos hacérnosla. Sí, sí, Mozambique está entre los primeros puestos de lugares a los que volveré, por su gente, por sus espacios idílicos y por sus mangos.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Nunca más Etiopía

  Liberación. Con el GPS en mano determiné el punto exacto en el cual arrodillarme justo detrás de la línea fronteriza. Aquí estoy en Kenia, desbordado de felicidad y enviando a toda Etiopía mi más cálida señal de despedida     He pensado más de una docena de posibles títulos para hacer este texto de cierre sobre Etiopía. Entre todas las aberraciones posibles que me vinieron a la mente, el más ligero y que considero el original es: "Vete a la mierda Etiopía". Sin embargo, he dejado sabiamente pasar 6 meses para escribir sobre este país con el fin de poder evitar que sean mis instintos más bajos y mis pensamientos más oscuros los que dictaran las palabras que hoy escribo. Por eso he decidido ir por la versión más moderada de título: "Nunca más Etiopía" y muy moderadas también han sido las palabras más duras que he escrito en todos los textos que precedieron a este. 

8447 km en bicicleta. De Tehran a Shanghai vía Asia Central - Subcontinente Indio.

Viajar en bicicleta transformó mi vida. Viajando de este modo descubrí la manera más sublime y profunda de conocer el mundo y en gran parte, de conocerme a mí mismo. Alcancé nuevas dimensiones de relación con la gente y la cultura que visité viviendo situaciones que hasta hoy me cuesta creer que fueron realidad. Me hizo sentir emociones de una intensidad inconmensurable y enriqueció mi alma, mi mente y mi espíritu como nada lo había logrado antes. Personas, emociones y momentos que día tras día se fueron grabando a fuego en mi Ser y que modificaron constantemente una y otra vez, a un ritmo sin descanso, las perspectivas, las visiones, los prejuicios sobre las diferentes contingencias y vivencias que me tocaron y me tocan cada día en esta vida. Y el efecto es ineludible, otra vez la mirada se expandió y me hizo notar una vez más lo infinitamente reducida que es mi visión, que tengo mucho más por delante por aprender y que la verdadera naturaleza de las cosas va mucho más allá de lo que ...

Una panadería en Ondingui

    Ya estaba a tan sólo 160 km de la frontera con Gabón. Aún seguía en la sabana ecuatorial sufriendo cada día más el calor abrasador aliado a la pegajosa humedad tropical y sin tener lugar dónde refugiarme. Habían pasado ya m ás de 800 km desde que había salido de Brazzaville y la llegada a la selva se me hacía cada vez más larg a . Podría haber optado por un camino más corto y probablemente más entretenido, pero no había decidido venir por acá arbitrariamente sino por elección deliberada. Tenía una tarea por completar antes de entrar a Gabón.