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-Ça c'est la guerre! (eso es la guerra) Parte 2

Llegué a Olloba con la intención de descansar pero la bicicleta estaba hecha trizas, y yo también.  Luego de algunas horas de estar tirado boca arriba en un colchón sin ratones, apenas podía sentir los músculos . A pesar de ello, no me quedó otra que levantarme para trabajar en ella el resto del día si es que es pera ba lograr salir de allí algún día . Afortunadamente contaba con la compañía de los aldeanos qu ienes , curiosos por lo inusual de mi presencia, hacían lo que podían para ayudarme. Los bloques de barro se habían secado, las ruedas ya no giraban, los cambios no funcionaban y los frenos estaban totalmente atascados, debía poner a punto la bici para poder se guir .  Mi tarea de mecánico se ext iende hasta ya entrada la noche, cuando un generador el éctr ico rugía alimentando l os parlantes y las lucecitas de colores del único bar de la aldea. Era martes, Jean había finalmente llegado con el nuevo cargamento de cervezas ( au nque sospecho q ue se beb...

-Ça c'est la guerre! (eso es la guerra) - Parte 1

   Me llevó dos semanas duras a través de la selva hacer los 550 km hasta el último pueblo en el noreste de Gabón y allí, en Mekambo, lo más fácil había terminado. Llegaba con la intención de volver a cruzar al Congo pero sin tener certeza alguna sobre si eso sería posible. Por consiguiente, mi primera tarea en el pueblo era averiguarlo. Durante la primera hora preguntando a la gente local, no sólo nadie sabía si era posible, sino que la mayoría ni siquiera parecía tener noción de que el Congo está a menos de una centena de kilómetros de allí.  Justo cuando comenzaba a preocuparme, me encontré con 3 mototaxistas que con total seguridad me dijeron:  "claro que se puede, es por allí!" señaló uno. En tanto que otro agregó: "pero....¿es que tú piensas ir con eso?" - dijo dubitativo mirando la bicicleta. -No conozco otro medio- le respondí sonriendo. Finalmente pregunté para corroborar -¿y dónde me sellan el pasaporte?. -Eso es aquí mismo a 200 m- respondió ...

Antes de la guerra

      No importa cuánto uno intente prepararse para afrontar imprevistos, nunca es posible prevenirlo todo. Ya habían pasado casi 10.000 km desde que había salido de Ciudad del Cabo y cargaba desde allí con 10 kg extra en repuestos. Por mucho que me pesara, era inevitable porque sabía que hasta Europa no podría encontrar nada de calidad en caso de roturas, por lo que cualquier problema podría fácilmente devenir en pesadilla.  De todos modos, como es habitual, la Ley de Murphy prueba ser infalible y siempre se rompe algo al margen de todo lo que uno puede reemplazar . En este caso, luego de días pedaleando a puro golpes antes de Mako kou , noté que mitad del porta-alforjas delantero quedó suelto en el aire. Me había pasado muchas veces que por esfuerzo de corte, debido a impacto y peso, los tornillos se cortaran, pero esta vez lo que se había cortado no era el tornillo sino la pieza de sujeción unida a la horquilla.

La selva

Sabía poco y nada de Gabón antes de cruzar la frontera, y es quizás por eso que llegaba allí con tanto interés. Desde muy pequeño, en mi hábito de quedarme hipnotizado varias horas mirando los mapamundis, muchos países me despertaban curiosidad tan sólo por cómo sonaba su nombre. Gabón, por algún motivo que no podría explicar, era uno de ellos. Me gustaba decir: "Gabón", me quiero ir a: "Gabón", y porque curioso no se hace, se nace ¿a dónde llegaba finalmente ahora, a mis 37 años? - Por supuesto, a Gabón. 

Una panadería en Ondingui

    Ya estaba a tan sólo 160 km de la frontera con Gabón. Aún seguía en la sabana ecuatorial sufriendo cada día más el calor abrasador aliado a la pegajosa humedad tropical y sin tener lugar dónde refugiarme. Habían pasado ya m ás de 800 km desde que había salido de Brazzaville y la llegada a la selva se me hacía cada vez más larg a . Podría haber optado por un camino más corto y probablemente más entretenido, pero no había decidido venir por acá arbitrariamente sino por elección deliberada. Tenía una tarea por completar antes de entrar a Gabón. 

Sanación espiritual

    Dentro de la gran cantidad de cosas que me motivan a viajar por el mundo, hay una que persigo con particular interés y es quizás la que más fascinación me provoca: las diferentes manifestaciones de espiritualidad en los seres humanos. Como consecuencia directa del colonialismo, en las regiones no islámicas de Africa, como en occidente, es también el domingo el día en el que mayormente se celebran los rituales religiosos. Es un día que disfruto mucho porque el andar de mis mañanas está generalmente acompañado por el canto comunal que brota del interior de las pequeñas iglesias y parroquias de las aldeas que atravieso.

El cálido espíritu congoleño

Han pasado nuevamente 3 semanas de estar detenido, pero finalmente la espera ha acabado y la burocracia también (al menos por el momento). Estos últimos dos meses de paradas larga s pasaron lento pero lo cierto es que han sido necesari a s. En la primera, en Luanda, me he ganado un hermoso puñado de grandes amigos; en la segunda, en Cabinda, me he rencontrado felizmente con la magia, si bien temporal, de una pasión ardiente; y en esta última parada en Brazzaville, aunque ya muy cerca del aburrimiento , he descansado y engordado. Lo importante es que he podido recuperar mis fuerzas, porque de ahora en adelante no habrá más descansos y necesitaré hacer uso de cada partícula de energía para enfrentar la aventura que planeo para los próximos meses.