El camino al lago Hövsgol nos dejó muy cansados. Pasamos 12 días y 648 km avanzando a un promedio de 35 a 45 km al día, pedaleando senderos de arena, barro, tierra con rocas, raíces, cruzando ríos con las cosas al hombro, combatiendo insectos endemoniados, comenzando a lidiar con un frío inminente y en mi caso un espantoso dolor de muela que no olvidaré nunca. Llegar a los insólitos 100 km de asfalto que separan el pueblo de Hatgal, en el extremo sur del lago, de la ciudad de Mörön, se sintió casi como una fantasía. Luego de tantos días duros, recibimos al asfalto con entusiasmo. Estamos mugrientos, cansados y sólo quedaban 100 km para encontrar una ducha y una cama para dormir. El asfalto siempre roba encanto pero lo cierto es que el paisaje hasta Mörön no deja de ser realmente increíble. Los espacios de bosque denso se van reduciendo y se vuelve finalmente a extensiones enormes de estepa, que ya en la primera de semana de septiembre comienza a pasar del verde al amarillo en vario...
Andando por los caminos del mundo