De todo lo que he escrito hasta ahora de Etiopía, habrá quedado claro ya, que el problema principal con el que nos encontramos una y otra vez en este país es su gente, particularmente los niños y adolescentes. Desde el día en que llegamos, y hasta el día de hoy en que me encuentro escribiendo esto ya varios meses después de irnos, he estado tratando de entender, de encontrar una explicación coherente a este deleznable comportamiento. No sé si he encontrado una respuesta que explique todas mis inquietudes (y frustraciones), ni probablemente haya una sino varias respuestas, pero a través de conversar con gente que considero iluminada, he podido quizás acercarme al comienzo de la compresión. A estas personas, a quienes me gusta llamar los “ángeles de Etiopía” está dedicada esta entrada
Andando por los caminos del mundo