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Mostrando las entradas de enero, 2014

Chau Japón!

70 días en Japón, 25 pedaleando y 45 trabajando en Tokyo fueron más que suficientes, tal vez demasiados. A diferencia de ese hermoso sentimiento de querer volver una y otra vez que me dejaron países como Mongolia o Indonesia en este año que pasó, a medida que pasaban los días en Japón más aumentaban mis ganas de irme.  Esto no significa haberlo pasado mal sino más bien no haber sentido lograr una fuerte conexión con el país y su cultura. 

Extravagancia a la japonesa

Durante estos 70 días en el país más tecnológicamente avanzado del planeta, hemos visto muchas cosas apabullantes. En cierto punto, luego de bastante tiempo de estar aquí, uno siente que los japoneses están más allá de todo. La realidad de este país es tan pero tan diferente a la del resto del mundo, especialmente a la del tercer mundo, que en algún punto es como un lugar de ciencia ficción. Las actividades, los problemas y las preocupaciones que ocupan la cabeza de la gente son tan radicalmente diferentes a los que me tocó ver en mi vida que a veces me siento en Disneylandia. Tokyo nunca se detiene y la vida transcurre al galope. El famoso cruce de Shibuya, que en hora pico ve pasar un promedio de 100.000 personas por hora, con su despilfarro lumínico y sus alaridos publicitarios, es el ícono que resume el paso frenético de la vida en Tokyo. En cada una de sus esquinas, cuando el semáforo está en verde para el tráfico, la gente se va acumulando como gotas en un tanque de agua, es